PERKAIN, Jean

Pelotari. Nacido a caballo de los Alduides y la Baja Navarra, fue, entre 1765 y 1780, el ídolo del país. Sus hazañas, transmitidas de boca en boca, hablan de su destreza en colocar la pelota, en el juego a "mano nué". Dicen que su constitución física le acercaba a un gigante y aseguran que uno de sus pelotazos consiguió traspasar la frontera con lo que ganó una sustanciosa apuesta. (Pelota*).
Una mañana de domingo, después de cantar la Misa en el coro de St. Etienne de Baygorri, se puso en camino hacia Hasparren en donde le aguardaba un partido contra los dos mejores de la región. Tuvo que recorrer treinta kilómetros, y sin comer. Cuando terminó su andadura, se encontró con la plaza del pueblo repleta de un público expectante. Los jueces, en un evidente gesto de buena voluntad, le ofrecieron la posibilidad de retrasar durante una hora el partido. Perkáin se sintió herido en su orgullo y replicó al ofrecimiento: "Si descanso una hora jugaré contra tres en lugar de contra dos".
Entre sus partidarios -que habían apostado sustanciosos dineros- se creó una auténtica conmoción. Pero Perkáin, fiel a su palabra, descansó, jugó contra tres y ganó sin problemas.
En otra ocasión jugó contra una pareja durante tres días que parecieron interminables. Cuando caía la tarde y se rezaba el ángelus, se suspendía el encuentro hasta el día siguiente. Perkáin no perdía el tanto. Pero tampoco lo hacía... Su juego había perdido vigor. Era su última época. Después de dos tardes y otros tantos ángelus, el de Alduides conseguía triunfar en la última y definitiva jornada.
Posteriormente estalló la revolución en Francia y el pelotari cambió los trastos de la cancha por los de la guerra. Luchó entre Pau y Tarbes y fue detenido en San Juan de Luz por los jacobinos. No se supo más de él.

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  Frontón Perkain. Pamplona